Es plausible leer y escuchar las diferentes voces de los Jerarcas de la Iglesia por estas épocas de Semana Santa, motivando a los ciudadanos y ciudadanas a hacer de si la iglesia desde donde al surgir el amor todo es posible. Invitando a unos y a otros a concentrarse en la búsqueda de la solución de los conflictos personales, sociales, económicos y políticos y en encontrar la manera de no continuar agrediendo la tierra que le ha sido prestada. Nos alegra reconocer este objetivo en las palabras de sacerdotes y obispos porque es el pedido que el mundo entero se está haciendo hoy: debemos cambiar hacia otra sociedad más humana, más responsable con su naturaleza y más digna de si.

El proceso constituyente que ha buen momento inicia en Santander y que lleva un camino recorrido en varios municipios de las seis provincias, viene construyéndose como ese espacio de esperanza, en el cual los hombres y las mujeres de diferentes edades, credos, etnías, pensamientos, razas y clases sociales buscan ponerse de acuerdo en lo que es necesario transformar, en lo que requiere ser reivindicado, en lo que es preciso construir a fin de que la felicidad colectiva sea el fruto real que produzca lo que social e históricamente hemos llamado desarrollo.

Este proceso en su corto caminar ha permitido en algunos municipios el encuentro entre quienes hasta ahora se observaban y trataban como enemigos, ha permitido descubrir el profundo aprecio por la tierra, ha logrado reconocer que unos sin otros no tienen opción alguna de vida; ha reafirmado que el alimento que brota de la tierra no puede ser cultivado sobre las minas de carbón, de uranio y de oro, que el agua bien natural de la humanidad nos pertenece a todos y no es posible destruirlo porque con su destrucción se acabaría la vida, se ha ido sintiendo en cada constituyente que el poder está por dentro de cada quién y hay que continuar buscándolo para que su valía sea puesta a disposición del colectivo humano, igualmente, una reflexión importante es la que han realizado todos los comités de apoyo acerca de la necesidad de conocernos a profundidad en nuestras condiciones materiales, espirituales y afectivas,  en lo que tenemos como territorio, en nuestros desarrollos históricos para ser capaces de pensarnos y planear nuestro futuro nosotros mismos.

Han surgido grandes interrogantes, que le iremos buscando la respuesta poco a poco en la medida en que estos sean parte de los interrogantes del colectivo departamental, pero sobretodo cuando éstos se transformen en una verdadera necesidad y además seamos capaces de comprender históricamente como se ha ido limitando su poder, para ponernos de acuerdo en como recuperar la fuerza política que da la misma a cada ciudadano y ciudadana; estamos hablando en primera medida sobre  el valor de la soberanía. Así mismo, se han venido planteando insistentemente inquietudes sobre el problema económico del mundo que empeorará nuestras condiciones integrales de vida, ante lo cual se escuchan voces que plantean la búsqueda de otras formas de economía productora de justicia e igualdad capaz de superar los grandes desequilibrios sociales. Otros son también los interrogantes surgidos a la hora de pensar como planear nuestro futuro, que deben dar respuesta a interrogantes como: ¿cuál es la visión que se ajusta a la necesidad de rescatar el principio de humanidad, de responsabilidad con el planeta y de que esta logre realmente desencadenar nuevos valores sociales? En fin estos y otros han sido parte de los diálogos contenidos en estos primeros encuentros constituyentes, que animan el proceso porque permite reafirmar que aún es posible la esperanza si esta es la calidad de reflexión que vienen produciendo estos grupos importantes de hombre y mujeres.

A la fecha la constituyente además de ser un motivo de nueva esperanza para los pueblos de Santander, viene siendo el motivo que anima a cada municipio a construirse como líder de su propio desarrollo, es decir la constituyente a contribuido a elevar la estima personal y colectiva de los municipios y de los sectores, ha sido un espacio donde es posible observar el crecimiento humano en todo el sentido de la palabra.